-¿Cuanta serenidad necesita un poeta?
¿O cuanto caos?
¿vivir que clase de guerra interna?
¿o habitar qué tipo de infiernos?
- Nunca lo podré entender -contesté con cierto sarcasmo-
-Bueno, pero tú escribes poesía...
(no sabía
si preguntarme o afirmar)
-Yo no escribo poesía:
Esa explosión interna como supernovas que parece
que te incinera por dentro
pero solo te aviva
ese sentimiento de incertidumbre
el derramamiento de sesos encima de una
mesa ocupada por musas
elaborada por demonios
ambientada en
infiernos
ese vestigio de súplicas internas sin
redención
sin mirada
donde nos contaban los minutos
(y
yo que pensaba que era al revés)
Ese fuego que perdona a los verdugos y
transforma veneno en sabia
esa inmundicia que se acumula en el cajón de los rencores
con sed de venganza, venganza compasiva
esa que te exprime la cordura como si
todo esto fuese amorfo
porque si
a nuestro gusto
el flagelo del insomnio
el murmullo de
la impotencia que se ven aplastadas
por el universo que hay dentro de ti
Sin fingir
sin pretender
sin
demostrar
sin cubrir (se)
ausencia vacía de ausencia
reflejos de
charcos en los ojos de la gente
agujas de reloj clavándose en venas
haciendo su parte
matar lentamente
de amigos viejos
de ojos azules
ojitos
fuertes
como una oda
como una soga
como un grito
como pegote de sangre en herida antigua
que ya solo puede hacer reir
esa tormenta que pasa por las manos
equivocadas
sin lágrimas que la exalte
esa verdad que sabes que existe
que es posible
que habla de ti y del mundo cuando era nuestro...
y de
revoluciones... a muchas velocidades
Ese no rendirte tatuado en código
genético escrito
Ese mandarlo todo a la mierda sin muchas explicaciones
porque no las necesita...
estar drogado
SIN VER-GÜEN-ZAS
Eso...
eso que sientes ahora mismo, eso
es poesía.
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